lunes, 2 de abril de 2007

Crónica de él y yo [Primera Parte]

Lo último que soñé, fue que te besaba, que detrás de tus ojos azules, aún estaba yo, aún tenía ganas de jurarte amor eterno, aún quería ser tuya con tu promesa de ser mío vos también… detrás de los sueños que podríamos seguir soñando después de esto… abrí mis ojos definitivamente y pregunté “¿Dónde está…? ¿me dejó…? Qué pasó?”.
La mirada absorta de mi madre, al parecer, no quería darme respuestas, tal vez, porque no quería escucharla… tal vez, porque pensaba que no la merecía, equivocándose… no tardaría en enterarme lo que había pasado.
Estabas a pocos metros de donde mis meses internada, me habían convertido en una parodia borracha de pedidos… por mucho esfuerzo que hubiese hecho, no podrían devolverme la conciencia que pedía y hoy, que finalmente la tenía, no estabas ahí para apreciarla… un punto y seguido se marcaba en esto que ahora, nos tocaba vivir… ahora a mi me tocaría conquistar el lugar que antes era tuyo… continuar el legado de la paciencia en caricias.
“Tuvo un accidente, está grave, venia a verte todos los días y esta vez, no era la excepción… venía para aquí…” camino al hospital, como todos los días, el destino nos había jugado una mala pasada… te había jugado una mala pasada… ¿podría seguir reflejándome en el fondo de tus ojos, pensando que mi alma estaba en la tuya… que mi alma era tuya?... la vida era injusta.
Descubrí al volver a nuestra casa, que no habías llegado ni a tomar el desayuno… como en una alucinación pude ver primero, todo lo que habíamos imaginado, “estaba escuchándote ¿viste?”, para luego continuar la fantasía de tu impaciencia y tu corrida hacia la calle, como en una tragicomedia reí y lloré en un mismo pensamiento, casi viéndote… mi madre, compungida, me abrazó mientras lloraba… “necesito verlo” le dije enérgica a pesar del llanto… “así tenga que traerlo del mismo infierno necesito verlo”.
Mi madre no lo entendía, intentaba explicarme porque no me haría bien, porque no era lo que necesitaba, pero mi llanto estridente era más fuerte… no había dudas… yo era suya y a su lado debía estar… como lo hizo él conmigo… como yo sentía que debía ser.
Luego de que los pensamientos pujaran poderes con los sentimientos, me llevaron a verte… y ahí estabas, prácticamente desfigurado… prácticamente vencido, pero luchando… desde aquí podía seguir viendo tu rostro compungido pero hermoso… preguntándome si seguirás siendo mío después de todo esto, después de la ebriedad de todo aquello, que en el aire nos quedaba por vivir, donde solo se dibujan en el alma, pero donde siguen dudando si son ciertos. ¿Donde se busca una razón para el tiempo, cuando solo se encuentran artificios, para lo que no se puede querer como un momentos…? tus palabras, tus pensamientos, un coqueteo de los corazones, rogando de amor seguir latiendo; devolviendo la vida en un momento… donde la vida te dijo que el dormir sería la salida más idiota, más cómoda y más incierta en la parte más ilusa de lo que estábamos viviendo… una crónica abultada, donde la historia trastocada era parte de vos… era parte de lo más incierto de este destino maléfico [...]

miércoles, 28 de febrero de 2007

Crónica de ella y yo [Última parte]

El equipo de médicos que llevaban el caso, me avisaron “este es el último intento… esperemos estar en lo cierto” para esto, una semana había trascurrido inerte en su trance más grave… ya había perdido completamente el habla y los médicos argentinos aguardaban una ínter consulta que habían hecho, con un colega Cubano, especialista y eminencia internacional en aquel mal que de a poco, se la iba llevando de mi lado… ni las margaritas podía levantarle el ánimo… ni mis besos, ni mis muecas, ni mis chistes, ni siquiera la televisión ya la acompañaba… recostada, esperaba se agote ya su sufrimiento, y sus esperanzas.
Al parecer el tratamiento, comenzaba a surtir efecto… tus ojos comenzaban a abrirse con más ganas, tus sonrisas más demandantes y tus labios, mas cercanos a los míos en un beso… parecíamos empezar a armonizar en las noches de hospital.
Pero de a poco todo pareció, no ser más que una simple meseta, y todo vuelta atrás… esperanzado con que mejorarías, comencé a soñar que tomaba tu mano, y luego la misma historia de todos los días “señor, no se puede quedar acá… lo acompaño hasta la salida” el guardia me custodia, desde la improvisada cama, en la sala de espera, hasta la puerta de salida… el mismo colectivo… el mismo vecino paseando al mismo perro en la madrugada.
Y nos quedamos aquí, esperando saber si sería cierto o no, nos juramos amor eterno y en el aire desapareció, cualquier cosa parecida a un sentimiento.
Nos dejamos caer en las irónicas manos del destino, aquel que pensábamos era nuestro… y él, nos llevaba a esos pensamientos, esos que no podrían devolvernos; ni siquiera la sonrisa, teniendo que aceptar, que su voluntad, era la última palabra.
“Hoy hubiera sido una noche ideal para amarnos… la temperatura exacta, el lugar perfecto… nada más nos haría falta” Y te buscaba entre las madejas de aire, pero ni siquiera ahí te encontraba “¿Por qué ahora? ¿Por qué nosotros?” cualquier cosa que pudiera decir era en vano, cualquier cosa que pudiéramos soñar ahora era inútil, ya no podía continuar tragando aquellas falacias de las almas, ya no… y lloré, grité y clamé por los sueños que no dejaron que soñemos… que no soñaríamos jamás.
Fue simplemente, un abrir y cerrar de ojos. Atrás quedaban los pedidos de ser padres, los dibujos de tenernos por siempre, todo aquello arrebatado.
Pero hoy, hoy nos encontré en una charla de adolescentes… charlaban esos sueños que todavía pueden ser soñados, ni siquiera fueron ideados… ni siquiera comenzaron a tocar la puerta de estas razones… ·"imaginate… yo quiero que sea artista, que pinte… o que haga música… ¿te parece?”. Exponían sus razones, sus pedidos, sus pareceres… soñaban al unísono… como lo hacíamos nosotros… ¿te acordás?... pero no podías escucharme.
Esa noche una pesadilla acompaño mi transpiración fría, tomé una pastilla para dormir, y entonces, no pude despertar; no sino, hasta la mañana siguiente, cuando tal vez era tarde… pero temprano para terminar de despedirnos…
No era lo que queríamos, pero no podíamos negar el destino de lo que ocurriría horas más tarde… que empezaría con el fax, que informaba tu alta clínica y que se imprimía con sonoridad musical para nuestras almas.
Dormí tan profundamente, que no pude despertarme, sino, hasta las diez de la mañana… me cambié con velocidad y reticencia para mi desayuno casi evitándolo… hasta creo que servido quedó sobre la mesa… seguramente se lo comería más tarde el gato. Salí corriendo a la calle, cuando el frío del mayo de Buenos Aires, se clavaba en mi piel casi a penumbras… vacilé esperando ver, como la gente se acercaba por las veredas, aunque ya esa utopía no me interesaba verla. Vacío de suerte, me quede esperando mi destino llegara, y casi irónicamente, la crónica asustaba a mis sentidos cuando este apareció… golpes, frenadas, gritos y sirenas, se convirtieron vertiginosamente en la banda de sonido, de lo vivido en aquel momento… oscuridad.
Dicen que entré en la guardia médica, diez minutos después de tal percance, ya mis sueños se convertían en despojos del alma, siguiendo las razones que mi corazón, ahora no entendía… entonces, cada vez más imposibles quedaban nuestros sueños de ser padres, nuestras ganas de seguir amándonos bajo la luna de mayo… o de cualquier mes que nos agolpara…
Hoy, nos encontramos a la inversa de la situación de aquellos meses… de aquellos penumbrosos días donde esperábamos una muestra de vida de tu parte… hoy, solo aguardan el instante, donde deje de respirar… agolpados por el destino de la incertidumbre… hoy, la parejita feliz, que en aquel colectivo, de a poco se quedaban dormidos uno sobre el otro, soñaban en lo incierto de lo que nadie esperaba que sucediera…
Y nos quedamos aquí, soñando como sería el volver a amarnos… no porque no sucedería, sino porque escaparía a esta crónica, porque tal vez no nos merecíamos eso en esta vida… o porque tal vez, la belleza y la pureza de nuestro amor, esta vida no la merecía.

¿Y si salimos a buscar la vida, sin que el destino nos abrume? Amar es un poder tan bello y tan desinteresado… está crónica la escribieron, dos personajes de la vida diaria, como todos nosotros… que les cortaron las páginas donde nosotros, todavía tenemos tinta…El miedo no es una opción… Hay veces que lo incierto, se queda en el desayuno que no cominos, que desayuno el gato… aunque suene triste… aunque suene iluso… aunque suene necio...

lunes, 19 de febrero de 2007

Crónica de ella y yo [Primera Parte]

Nos acongojaban unos simples exámenes de rutina, a pesar de ser solo eso… rutina. El separarnos durante el tiempo que durarían los estudios, justo nuestro día franco, era trágico en nuestros planes matutinos, vespertinos y nocturnos… el asunto era que no podríamos amarnos por mucho tiempo… aún no lo sabíamos.
Un extraño mal amenazaba tu buena salud y de a poco, se fue degenerando esta, de a poco bajabas de peso, casi no comías… los hospitales nunca te gustaron, ni a mi.
“Te traje margaritas… ¿te gustan?”… me sonreías y tomabas mi mano dulcemente, acariciabas tu rostro con esta, disfrutando recorrer cada centímetro de tu piel con la mía, como en agradecimiento.
Ya tu dificultad para hablar era recurrente… usabas un anotador que tu madre te había dado para comunicarte conmigo… con todos… no parecías ofuscada, siempre te mostrabas radiante, efusiva y vivaz, a pesar de todo el mal que crecía dentro tuyo sin saberlo… sin quererlo… como peleando contra un rival sin nombre… sin rostro… Pero ahí seguías tu, hermosa como el primer día en que te conocí; que si existiera la perfección, me atrevería a decir que esa eras tu… nada te importaba.
Paseaba las salas de espera fumando sin parar, prendiendo el cigarrillo con el anterior, dormía en el hospital hasta que el agente de seguridad, me recomendaba volver a mi casa, y hacía allí iba yo, con el tiempo suficiente para bañarme, comer algo y esperar a que vuelva a abrirse el horario de visita… entonces, volvería nuevamente a tu lado, tomando tu mano hasta que te despertaras, hasta que abrieras los ojos para saludarme “buenos días mi amor” me decías “¿otra vez no dormiste?”… mi mueca me mostraba compadeciéndome, pero todavía con mi fortaleza intacta ¿Cómo iba a utilizar el tiempo en dormir, si me necesitabas? Si no encontraban la forma de ayudarte los médicos, tal vez mi amor, te ayudaría a pasar el mal trance… tal vez…
“Encontramos una extraña patología…” creo que eso fue un disparador en mi cabeza “haremos todo lo que esté a nuestro alcance, pero su pronóstico es reservado…” a partir de ahí, todo cambio, comencé a recorrer iglesias, buscar otras medicinas, leer libros para obtener respuestas, pero ni mis amigos médicos lo entendían… nadie ni siquiera me acercaba una palabra de aliento… ese era yo, preso del vértigo de encontrarme, buscando una respuesta que me acercaría esperanza.
Ahí fue donde comencé a escaparme por la solución más rápida, enjuiciar a los que yo pensaba culpables, a los males que la vorágine de la vida nos agolpa en los sentidos, los males que nos infringimos nosotros mismos, el balance que perdemos de no poder continuar sin obligarnos a romper las reglas de nuestra salud, entre otras cosas… entre otros motivos… porque las cosas, la mayoría de las veces, no suceden como queremos que pasen, sino, como tienen que suceder… y esa era, la primer parte del momento… Encontrar una respuesta a una `pregunta, que todavía no se había originado, pero que sucedería tarde o temprano… y a veces, lo insostenible de lo que no queremos que suceda, es justamente eso, lo inevitable de aquello, que no podemos controlar.
Las semanas pasaban y cada vez más las esperanzas desaparecían… cuanto más ganas tenía de encontrarle solución, mas vueltas dábamos en el laberinto…Al parecer, no habría ni medicación ni Dios que la salvara… al parecer…

martes, 9 de enero de 2007

Abril... un tatuaje y una guardia médica [Parte Final]

Mantenía un dibujo sombreado sobre su piel desnuda, guardaba artilugios de su alma en el lugar más recóndito de esta, su pelo negro engalanaba su rostro con maravillosa luminosidad y reticencia, se dejaba caer en los brazos del amor, y había vuelto por mi… los brazos del amor… del suyo.
“¡Doctor!”… nuevamente la culpa me azotaba… nuevamente aquello que años de olvido habían logrado tapar, hoy, estaba frente a mi… el amor de aquello completamente desinteresado… aquello tan dulce… tan mágico.
No pude hacer más que abrazarla… abrazarla y llorar… “¡Abril! Tanto tiempo esperándote… soñándote…”. Entonces nos besamos, nos besamos ante el aplauso de todos los pacientes que esperaban ser atendidos, los transeúntes, los curiosos o los que solamente pasaban por ahí a comprar remedios… todos cerraron nuestro beso con un aplauso sincero, un aplauso totalitario y afectuoso… nada más importaba, éramos ella, el mundo y yo.
Mientras acariciaba su pelo, que ciertamente había crecido muchísimo… “Abril, perdoname, no sabia que hacer, no podía…” entonces, tapo con su dedo índice mis labios, sostuvo mi boca hasta encontrarla con la suya y no dirigió más palabra. El haber crecido, el haber dejado de ser aquella adolescente que me hacia dibujitos, hasta la había puesto un escalón más arriba de donde yo estaba, estaba purificada de alguna manera, era un sueño.
“¿Cómo fue… donde estuviste… cuando volviste?” al parecer demasiadas preguntas disparaba mi cabeza; Abril solo carcajeo divirtiéndole la situación, haciéndome sentir como un adolescente otra vez, como si el tiempo no hubiera pasado y mi amor de la secundaria, estuviera ahí. Abril victoriosa, ahora siendo una mujer hermosa, me sentó ahí mismo, en la sala de espera, tomó mis manos en las suyas y empezó… “estuve una semana entera llorando mientras mi mamá embalaba nuestras cosas, no había manera de que continuemos en Buenos Aires, ella se había empecinado en que lo que vos decías era lo mejor… nos fuimos a Mendoza, es un lugar maravilloso, pero hay más de mil kilómetros hasta acá…” observaba mis manos mientras me hablaba… guardaba todavía, en señal de respeto, el no dirigirme la mirada, aunque muchos años habían pasado, aún era su médico… “los primeros tres meses estuve internada, mi mamá se asustó mucho, pensó que me moría… entonces… te recordé…” Su expresión se transformaba, a medida que levantaba su rostro para mirarme… para luego quedarnos enfrentados mirándonos, fijamente a los ojos… “el amor por vos me salvo… el amor que sería nuestro hoy, siete años después…”.
Una vez más, la emoción se apoderó de mis actos, de mis pensamientos y me abordó por completo… Abril lo notó y me abrazo fuerte; como un niño, me deje reposar en sus brazos y le pedí que me perdone una vez más…
Un rotundo silencio pareció calmar el aire, ¿Quién podría identificar las razones? Al parecer todo era perfecto, ella esta ahí, yo con ella, las ganas con nosotros… pero el silencio, el nefasto y morboso silencio musicalizaron las palabras de Abril tímida y aniñada, como el primer día… “Debo irme… debo volver con mi madre a Mendoza, ahora la que está muy enferma es ella… no puedo abandonarla, no yo…” volvería a la rutina apagada, sin amor, sin afectos de ningún tipo, de ninguna especie… “no quisiera abandonarte… tu amor, tu amor encapsulado en tu recuerdo en mi me devolvió la vida, nada más importaba, debía volver a verte…”.
Absorto me quede mientras Abril se iba, como hace siete años atrás, como replegando, nuevamente, mis alas al volar, obligándome a caer pesadamente en el piso. No se despidió, ni volvió su mirada mientras se iba, no me beso ni siquiera a la distancia; como consecuencia de mi acción, hoy, si quisiera aquel sueño llamado amor, debería pelear por el, debería alzar mis fuerzas y saber que ya nada ni nadie vendría a regalarme nada…
Pero en mi memoria, siempre quedará el dibujo sombreado en la piel desnuda de Abril, un dibujo de un corazón y una rosa, y mi nombre… mi nombre tatuado en él.

¿Cómo perder lo que nunca se tuvo? ¿Cómo entender que hay, un delgado limite entre tener todo y no tener nada? ¿estamos preparados, para entregarnos completos? A veces, tantas cosas que queremos tanto, se nos escapan por tan poco… Abril no se movió por venganza, sino, por algo que es mucho peor… la decepción… aunque todavía, siga amando a su doctor, como el primer día que lo vió… él por ella no se arriesgo en su momento, quedándose., eternamente con la duda de, que hubiera pasado si…

domingo, 7 de enero de 2007

Abril... un tatuaje y una guardia médica [Segunda Parte]

“señora... a mi me parece que lo que Abril tiene es psicosomático...” Abril no dejó de clavarme la vista ni un segundo, buscaba mis ojos... mi mirada, aunque nada parecía hacer, que abandonara su dedicación y su templanza... “yo le recomiendo que pase un período en el interior del país, que deje la gran ciudad... que intenté alejarse del ruido, del humo, del vértigo de la gente de estos lugares... para probar... que Abril teniendo todo, no tiene nada.”
Al parecer mi persuasión surtió efecto, y la madre de Abril salió conforme del consultorio... las dos salieron… me dejaron mirándolas irse por el pasillo… volví dentro del consultorio y me senté en la camilla... golpearon la puerta y al abrir, Abril me abrazó colgándose de mi cuello diciéndome “te amo... te amo con toda mi alma”... al parecer no me había liberado todavía, del suplicio que otorga la tentación de lo prohibido... el deseo de lo oculto y todavía... esa niña que deseaba convertirse en mujer estaba en mi consultorio... prometiéndome aquello que nadie había podido, , ni de la manera más recóndita... “Tal vez en 5 años... tal vez más... debes irte”. La besé en la mejilla y la dejé ir... aquello no podía suceder siquiera en el imaginario... y si algo era cierto, es que faltaría mucho tiempo; al menos, el suficiente.
Lo que no había terminado de entender, era que el hechizo que esa niña había ocasionado en mi corazón, era irrevocable e ineludible, se había clavado en mi lado más profundo y más sensible.
Al parecer, había aceptado su destino, seguramente de la manera más nefasta para su corazón adolescente y enamorado. Ni Abril ni su madre habían, si quiera asomado por la guardia… las tardes eran interminables, como las preguntas que disparaba mi cabeza… ¿habrán viajado como les dije?… ¿cambiarían de centro de asistencia?... mi condena sería vivir con el remordimiento toda mi vida, pensando en que hubiera pasado si, los sueños de esa niña, se tocaran con los míos en algún punto… con la duda instaurada y las certezas agotadas, me entregue a la rutina… habiendo perdido algo que nunca tuve, por los prejuicios y los miedos de lo predispuesto.
Entonces… los días pasaban convirtiéndose en semanas, las semanas en meses… y los meses en años. Uno, dos, cuatro, siete años… siete años habían pasado de aquel episodio que ya, prácticamente no recordaba, que sería solo parte de alguna conversación entre amigos y cervezas. Alguna vez, ahora que casi pisaba los cuarenta, mis pensamientos instauraban mis memorias en Abril. No había podido casarme, mi corazón no lo permitía… era como si mi alma continuara virgen aguardando los sueños bien soñados por mi… la magia de los ojos de Abril por la cual, todavía creía en ella.Como la tarde donde Abril, había declarado su amor por mi, había sido diferente, esta tarde también lo sería. La gente en la guardia parecía respirar un perfume especial, un aroma que calmaba sus ansias, que instigaba a su tranquilidad y con ella la nuestra que teníamos que atenderlos… Entonces, frente a mi, el tatuaje de un hada en el omóplato de una señorita, parecía buscar a alguien, me quede reparando en sus facciones aunque estaba de espalda, me resultaba conocida, incluso su pelo enmarañado entre morocho y castaño. La curiosidad mato a mis sospechas y me acerqué a ella… “¿puedo ayudarla señorita?”[…]

lunes, 1 de enero de 2007

Abril... un tatuaje y una guardia médica [Primera Parte]

Mantenía un dibujo sombreado sobre su piel desnuda, guardaba artilugios de su alma en el lugar más recóndito de esta, su pelo negro engalanaba su rostro con maravillosa luminosidad y reticencia, se dejaba caer en los brazos del amor, siempre a conciencia y no tenía forma de ser rica ni pobre, solamente un estigma marcado, que decía que de este lugar no era.

Paseó por cuanto médico pudiera asistirla, sirvió de adorno de cuanta camilla de hospital pudiera cumplir su cometido, no quería ser más que ella, pero no la dejaban, la detenían en un tiempo que también la ayudaba a pensar que no era de este lugar, para mostrarle después, que estaba equivocada.
Abril tenía quince años y ciento cincuenta páginas en su historia clínica… asma, artritis, astigmatismo, cálculos, jaquecas y migraña, inapetencia y demás cosas, alumbraban las páginas de sus caminos por el hospital… con tan solo quince años pasó más tiempo viendo a un médico que a una maestra. Nadie podía saber que era lo que le ocurría... ni siquiera ella misma.
Aquella tarde fue diferente, tomé su caso de oficio en el hospital donde trabajaba; los médicos y su experiencia no habían hecho más que devolverla a su casa reiteradas veces para una y otra vez, volver a recibirla en las guardias vespertinas y nocturnas; cuando parecía curada, algo nuevo aparecía en su organismo... una secuela, una recaída o simplemente algo mal curado. Abril asumía su mal sin ningún problema... muchas veces, su condición, me incitaba a volver a los libros a corroborar o refutar teorías sobre que podría padecer... pero como decía, esa tarde fue diferente...
“¿se hizo algo en el pelo doctor?”... automáticamente me sonroje, a lo que la madre atinó... “¡Abri por favor...! lo pones incómodo al doctor”. Entonces volví a mi pálido habitual de todos los días. Puse sobre la mesa mi profesionalismo como correspondía y el episodio no paso a mayores ese día, en ese momento.
Abril nuevamente tenía una bronquitis que congestionaba sus pulmones; como tantas veces, le receté un antibiótico y unas nebulizaciones para aclarar su malestar y sofocar su tos matutina. La mirada de Abril había cambiado, ya no guardaba similitud con el mes que llevaba su mismo nombre, de gris invernal y otoñal somnolencia, algo había cambiado.
Los días iban zigzagueando entre los huecos de mi calendario; algo de mi extrañaba a la dulce Abril en mi consultorio, ahora pronta a cumplir sus dieciséis años... aunque, por otro lado, el saber que se estaba sintiendo mejor me reconfortaba tanto, que por las tardes, solo me hacía falta apreciar sus dibujos pegados en mi pared, para que mi consultorio me hiciera sonreír de felicidad con su arte.
Entonces comprendí, el porque de aquella tarde y sus comentarios sobre mi cabello. Tal vez, ella me veía, ahora, después de tantos meses, como alguien de quien se pudiera enamorar, incluso siendo su doctor. Entonces, comencé a esquivar las guardia, ella no se podía enamorar de mi, yo la doblaba en edad prácticamente, ella tendría que entender que era prácticamente imposible... hasta aquella otra tarde, en que volvió.
“Buenas tardes Abril”... no había podido escapar, por más que hubiera querido... por más que hubiera rogado no atenderla... ella estaba ahí, esperándome solo a mi, no dejaría que nadie más la atendiera... “Buenas Tardes doctor"... ya su mirada, su voz impostada, su sentar sensual incluso para una niña, marcaba que algo había cambiado... y no solo había cambiado en ella... mi mirada también había cambiado.
Recuerdo que intercambiamos chistes por largo rato, los cuales antecedieron a las miradas cómplices... entonces Abril, aquella niña que desde mi residencia, veía desayunar con su madre en la cafetería, después de una extracción de sangre... intentó besarme... Ahí entendí entonces, que había llegado demasiado lejos aquel juego al cual me había prestado... “Abril... me siento alagado por tu perseverancia... no puedo ocultar, que tu presencia en mi consultorio, alegraba y alegra las tardes casi obsoletas del hospital; pero este juego llego hasta hoy, no puedo continuar prestándome a esto Abril”... Entonces, nuevamente, la pequeña afloro... aprovechando que su madre esperaba fuera del consultorio, lagrimeo una o dos veces y apresuradamente recogía sus lágrimas con sus dedos... tomé un pedazo de gasa y asistí a que se seque... parecía todo solucionado... “pero yo lo amo Doctor... meses y meses paseando por hospitales, clínicas, homeópatas y curanderos buscando a alguien como a usted... como a vos... y ahora que te tengo acá...” Era lo más dulce que me habían dicho en mucho tiempo, lo más desinteresado y sincero que había escuchado incluso... aprovechando mi desconcierto, nuevamente intentó besarme... lo cual de embarazoso pasó a ser engorroso y lastimoso... nada podía hacer ya, que no la lastimara, entonces, debí dejarla ir... incluso, haciendo peligrar mi carrera como médico...abrí la puerta del consultorio, llamé a su madre y le dije... [...]

sábado, 16 de diciembre de 2006

Otro verano sin ti...III

Entonces... los lamentos del ensueño de la poesía; lo dulce de la música y la celosía del enamorado... transforman con injusticia, por querer solo para uno en tu esencia... amor. Tal vez no me conformara solo con el sentimiento y hubiera querido más y más y más... porque a pesar de todo, seguimos siendo humanos y yo, sigo siendo hombre. A veces lo más maravilloso, también transforma la mirada, de lo más a lo menos dulce.
La vida, debemos hacerla soñando... esta vida que hacemos viviendo, por mucho que nos cueste a veces... en este río que significativamente, nos posibilita vivir, los sueños nos permiten flotar y trasladarnos por el, sin ahogarnos; flotando como hace amor cuando soñamos despiertos.
Ojalá la vida, incluya siempre al caminar, un paso por los sueños; esos que a veces ni siquiera nos pudimos imaginar soñándolos... esto nos enseñará, que ya no hay imposibles para nada... para nadie.
No hay cosa más hermosa en este mundo que una mujer enamorada... ¿porque?... porque son capaces de juguetear con todo aquello que comienza en el final del principio contradictorio de cualquier sueño que nos dispongamos a soñar.
Cada sentimiento en el mundo, tiene su canción... su espíritu... su Dios... por cada uno de estos, una rima engalana el alma enamorada... Por eso a veces no hay finales. En la esperanza de cada nuevo sol, dejamos de ser, presos del destino... siendo libre en el tiempo.
Entonces, solo queda fantasear; pero ya no alcanzar con imaginar lo que vendrá como una lejana posibilidad... parece mejor entonces; eliminar las telenovelas y sus besos suspicaces e irreales. O todo aquello donde se pronuncie o insinue la palabra que te nombra, “amor”, etc... antes, sin esto, la vida parecía no tener sentido, a partir de aquí, encontramos la sangre de este cuerpo seco y amorfo.
Promover la vagancia del corazón, impulsar el raciocinio antes del sentimiento, y oficiar el “ya no puedo” como excusa del lugar, donde todo lo olvidado parece perdido y todo lo perdido parece olvidado... mentiras verdaderas, ofrendas de las almas ingenuas.
Pareciera que al fin, este es el fin... aquello que al parecer nadie esperaba que pase, pero que tampoco, nadie intento detener... aquello a lo cual parecía que temíamos pero que, el enfrentarlo, nos ayuda a ser valientes para enfrentar la soledad, que momentos atrás, definitivamente no deseábamos.
Y volvemos al domingo y al ojo de la tormenta... al agua escurriéndose por el vidrio de mi ventana y el sudor encriptado en la piel humana... o tu alma dibujándose en una carta...
Y todo se desvanece...
Entiendo que es cierto...
Que ya nada existe...
Porque definitivamente este será

Otro verano sin amor

miércoles, 13 de diciembre de 2006

Otro verano sin ti...II

No me gustan las tormentas; noche lluviosa y un domingo no puede ser peor; al sentir el agua escurrirse sobre mi ventana como mi sudor, es encriptado en mi piel. Mi cabello se mantiene húmedo inspirado en el clima de Buenos Aires; por lo menos marca la pauta de que todavía soy una persona normal.
Mi vida encausó una poesía a la orden del día, una canción cambio de forma mi percepción y la soledad agudizó mis ganas de no ser o de simplemente querer olvidar.
Los truenos y relámpagos aluden una sinfónica en mi corazón, la música del dolor de la soledad que transforma. También, tales sonidos, podrían en su paradójica disonancia, abducir a una convulsión de los cuerpos en las calles. El dejo de relevancia que se pierden en los estratos de la mentira, a veces, nos obligan a perdernos... a perderme.
El amor al parecer, ya no existe en mi, no puedo tocarlo ni siquiera imaginarlo; ya la estación del año que acompañaba mis sueños y mis deseos hoy lo hace, parte de la suerte... aunque esta no exista.
Me quedé esperándote, tal vez, inconscientemente... porque todos los veranos acontece lo mismo; al parecer, por más que espere, el amor ya ni piensa en aparecer... tan solo se olvidó de mi.
¿Y yo?... Yo al parecer seguiré aquí... desde este lugar... donde nade siquiera recuerda que estoy...
Tal vez...
¿Un último romántico?
Otro verano sin amor

viernes, 8 de diciembre de 2006

Otro verano sin ti...

Los espejos de agua ya iluminan las noches, con la luz de luna porque el cielo se presenta claro totalmente; aquellos lobisones que quieren entregar su canto de aullidos y quejas, ya no pueblan ningún bosque por estos lugares, porque el verano ha llegado.
Pero tu presencia no se agolpa en mis venas, ni en mis cantos; la inspiración cuesta cada día más cara, cada tarde se hace más oscura, cada noche más sombría. Es que otro invierno ha pasado, otro verano se acerca y tu no estas aquí. Y te extraño... extraño tener ese temblor en mis extremidades, estos nervios; esta incomodidad de mi cuerpo simplemente al verte, al oír que te nombren, al saber que te llamen.
El cielo se abre, las libélulas disfrutan cada vez más las cálidas noches con su danza; el resto de las criaturas nocturnas disfrutan de cada segundo que pudieran pasar en tu nombre, porque a veces también los sentimientos tienen intenciones, como la luz de luna, como lo que a veces no se recuerda de ninguna.
Entonces te escondes en un juego de plaza, en brazos de un niño pequeño... entonces apareces en un ramo de flores, en un cono de helado que se derrite ante el impune sol de la tarde, una mariposa te saluda y una margarita se hace ofrenda.
Por las mañanas llevas perfume a café con leche, sabor a medias lunas, frescura de mermelada y dulzura de dulce de leche. Caricias de maestras en el último día de clase cuando un niño rompe en llanto; palabras de aliento de tus amigos, antes de entrar al último examen del año.
Porque todo esto se llama como vos, todas estas cosas guardan tu esencia y tu nombre y al parecer, luego de la primavera, de este lado del mundo, eres más solicitado y más admitido...
por eso digo...
¿Donde estas amor?...
¿pasaré, otro verano sin ti...?
otro verano sin amor...

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Sentidos sin sentido

Los vientos ansiosos calmaron su furia a mis espaldas. La escucha comienza con palabras sin alma… sin vida… el comienzo de un tiempo donde las verdades se vuelan y el precio es alto… los sobres sin correo acusan un sello que ya no poseen por no tener batifondos y ¿después qué?... tormentas.
El pasado inaugura una etapa sin fríos; la poesía inaugura una vida sin amores… “al menos para mi, ya tomé pastillas y sigo sin dormir”. Mis dedos se congelan a pesar de estar cerca el verano; las vidas cada vez más insulsas no alcanzan la fortuna ni la vida que se busca sino, una señal recurrente, sin cambios, sin miedos, contradicciones… tiempo.
Los estirpes televisivos, la pantomima secuencia de los dolores en los tiempos insanos, los baldes genocidas de baldosas incipientes, los flujos vocales in coordinantes y la dramaturgia del cambiado mundo prejuicioso de que todo es mentira, nada se puede de forma correcta… todo es como nos lo dejaron y no cambiará nunca.
Yo quiero pelear por el cambio, por retornar las certezas a nuestros corazones, a nuestras sapiencias… a veces las fantasías no son más que lúgubres cambios incorrectos, sin espacio dentro de un mundo como en el que vivimos… las hamacas y los toboganes están tristes… No porque ya no haya niños sino, porque nadie quiere volver a serlo y los que lo son todavía, ya no quieren serlo más. Niños que quieren ser grandes, grandes que no quieren ser niños, cambios que no facilitan a nadie, nadie que reinventa el camino… Al parecer todo lo inventado esta tan mal usado, que nos convertimos en víctimas y victimarios de este sistema que nos abduce hasta tirarnos… hasta importunarnos… hasta olvidarnos.
Recuerdos que ayer eran hechos… hechos que hoy son malezas… ya no hay barriletes que surquen los aires en busca de aventuras, ni barquitos de papel que caigan por las alcantarillas justificando algún descuido… No hay chicos peleando a punta de pirulines defendiendo el fuerte inventado, debajo de la trepadora… no hay algodones de azúcar, que sean lo suficientemente grandes como para tapar el rostro completo, de alguno de estos valientes… porque la depreciación si es grande… su desaparición ¿inevitable?… ¿Quién fue el que olvidó, lo valioso de tal golosina, para el perdedor de el duelo de pirulines?. Un perfume que nos devuelva un recuerdo, un recuerdo que signifique un perfume... nosotros somos la vida que gustamos vivir, que gustamos fraguar o no...
Todavía quedan espacios en el mundo, donde todos y todo es de cada uno y para cada uno... aún el equilibrio se sigue buscando insipiente en las veredas... yo pienso encontrarlo, la ayuda es bienvenida, los sueños son aquello que no debemos perder nunca... tener siempre... a flor de piel... A veces hay que perder todo y recomenzar... aunque los mismos sentidos, pierdan el sentido de la misma percepción.